De algo no quedan dudas: hay un Bowie para todo el mundo, solo debemos saber encontrarlo.
Están quienes prefieren, por ejemplo, el Bowie de la contracultura, con una estrella pintada en su ojo izquierdo y los labios púrpura; o quiénes se sienten identificados con ese otro Bowie “en blanco y negro”, un poco más melódico y discreto. Incluso algunos lo eligen actor: con la melena larga y los ojos achinados. O, por qué no, productor: el Bowie más correcto y británico de todos, siempre con gafas claras y pelo engominado.

A lo largo de su vida, David Bowie fue tantas cosas que resulta imposible no simpatizar con “alguno de todos los Bowie”. Fue músico, productor, arreglador, cazatalentos, escritor, compositor, director. Todo lo que humanamente puede hacer un hombre, Bowie lo hizo.

Por eso, el mundo quedó estupefacto cuando, allá por enero del 2016 -hace solo un ratito aunque parezca una eternidad-, recibimos una noticia alarmante: David Bowie, que alguna vez fingió su propia muerte, fallecía de un cáncer de hígado a los 69 años (que en la vida de Bowie se deberían contabilizar como mucho más).
Dicha enfermedad, se le había diagnosticado dieciocho meses antes, pero el músico no lo había hecho público. Cuando nos enteramos ya era tarde: un potente martillazo al mentón.

Pero Bowie, como todo gran artista, tenía muy bien preparado todo: incluso su muerte. Trabajó toda su vida para dejarnos un legado imposible de repetir y, hoy, estudiar a Bowie, más allá de la nostalgia, resulta un privilegio.

David Bowie consiguió abrazar el costado más complejo de la fama: no solo llegar, sino mantenerse. El cantante británico se conservó en la cima de la música, durante más de cinco décadas. Su trabajo durante los 70´ -la suma de una voz exquisita y un ideal artístico profundo – representan la excelencia artística y musical a la que un artista puede aspirar.
Todos sus looks, en veinte segundos.
Bowie alcanzó la notoriedad en julio de 1969, cuando su sencillo “Space Oddity” llegó al top 5 de los charts británicos. Y, a partir de allí, es imposible encontrar algún bache en su carrera.
A aquellos primeros años le siguieron una etapa de experimentación total: para 1972, ya se mostraba como todo un extravagante, con su andrógino alter ego Ziggy Stardust, ícono del Glam Rock.
Con su disco “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars“ consiguió hacerse un lugar en la música, no solo del viejo continente, sino de todo el mundo. En este aspecto, hablar de Bowie es como hablar de Los Beatles o Elvis Presley: precisamente, “El Rey” fue una de las grandes influencias de Bowie, al igual que John Lennon (de hecho, el tema “Fame” lo escribió junto a Lennon).

Pero más allá de la creación de un emblema como Ziggy, lo cierto es que Bowie se cansaba de ser Bowie y, por eso, se reinventaba en cuanta ocasión tenía.
El sonido de “Young Americans”, significó un cambio radical del estilo que le había hecho famoso en el Reino Unido. A partir de allí, vendría una nueva etapa: la de “Low”, un disco minimalista, sumamente refinado. Aquella sería la primera de las tres colaboraciones con Brian Eno: la famosa “Trilogía de Berlín”.

El cierre de aquellos grandiosos años 70´, llegaría con el sencillo “Ashes to Ashes” y su correspondiente álbum, ”Scary Monsters (and Super Creeps)”: nuevamente, lograba alcanzar el puesto número uno de las listas más importantes de Inglaterra y USA.
Pero, más allá de esta faceta creativa que podríamos apadrinar como “el Bowie más original de todos”, son también muy recordadas cada una de sus colaboraciones y célebres performances públicas: inmortalizó la canción “Under Pressure” junto con Queen, tocó con Iggy Pop (“The Idiot”), con Mick Jagger (“Dancing in the street”), con Trent Reznor (“I’m afraid of the Americans”) y hasta con Lou Reed (gran versión de “Satellite of love”)

¿Cuántas veces los fanáticos alucinaron, y se sorprendieron, al escuchar a casi cualquier artista decir palabras como “…Y ahora invitamos al escenario a David Bowie”? Sin dudas, parte de su magia, que en muchas ocasiones eclipsaba a cualquier otra estrella).
Las décadas de 1990 y 2000, nos regalaron a un Bowie ya consagrado que, a pesar de su fama, igual intentó seguir innovando. Experimentó con distintos estilos musicales (blue-eyed soul, industrial, adult contemporary y jungle). Y triunfó con todos.
Mención aparte merece la faceta actoral de Bowie: el británico ha participado en más de veinte películas. Realizó desde papeles protagonistas como en “Laberinto” o “El hombre que vino de las estrellas”, hasta cameos en comedias de Hollywood como “Zoolander”.
Sin dudas, acercarse a la vida de David Bowie implica conocer lo que, en la medida temporal de cualquier hombre de carne y hueso, significarían “múltiples vidas”. Bowie, al parecer, no estaba construido como el resto de los mortales. Algunos creemos a veces que estaba hecho de ·stardust”, el polvo de las estrellas.
David Bowie – “Heros”
Fuentes:
Web Oficial www.davidbowie.com
WIKIPEDIA https://es.wikipedia.org/wiki/David_Bowie
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/01/160111_musica_david_bowie_datos_curiosos_mes